Restaurante La Gansa
Convertir una casa-palacio del siglo XVII en un restaurante acorde con las últimas tendencias del diseño es un reto. El Restaurante La Gansa, situado en el casco histórico de El Puerto de Santa María –conocida de antiguo como la ciudad de los cien palacios– es un ejemplo de la sintonía que puede producirse cuando confluyen la historia, la sensibilidad de un empresario, Jorge Manrique, y la mirada cosmopolita del arquitecto suizo Marcello Maugeri.
La "zona caliente" del restaurante se organiza en torno al antiguo patio de columnas. La cubierta está revestida por una estructura a base de listones de madera que ocultan la antigua claraboya y que filtran la vigorosa luz de esta ciudad, convirtiéndola en una luz suave, difusa y constante. Las mesas se distribuyen en dos zonas: un espacio central con asientos a base de bancadas continuas y la galería perimetral con mesas independientes. Entre ambas, uniendo visualmente pero a la vez independizándolas, el arquitecto diseñó una solución que nos encantó, unas estanterías de hierro a media altura revestidas de tablones de pino cepillado en su parte baja.
Estas estanterías funcionan como aparadores abiertos. En ellas se coloca con una estudiada sencillez el menaje que se utiliza en las mesas y parte de los productos de la dieta mediterránea en los que se inspira la cocina de La Gansa: aceites, vinagres, vinos de la zona...
Sobre estas líneas, un detalle de las fantásticas lámparas de techo Floating diseñadas por el artista de la luz Ingo Maurer, especialista en diseño de lámparas e instalaciones lumínicas.
Puntos de luz focales sobre las mesas y la lámpara de mesa Cage Light de Tom Dixon sobre los aparadores bajos, completan la iluminación cálida del restaurante. El pavimento combina el microcemento gris con zonas de losa hidráulica en un dibujo geométrico blanco y negro. Las sillas son un modelo clásico tipo bistrot francés y lacadas en blanco roto. En las bancadas, tapizadas en un simil-piel color berenjena oscuro, se combinan cojines en una paleta de cálidos y ácidos y estampados monocromos blancos y negros.
En este comedor independiente, que se comunica directamente con el jardín, la pared frontal se revistió con espejos usados, cada uno de un formato diferente, componiéndolos como un mosaico o patchwork. Esta idea me enamoró de inmediato y pienso aplicarla en algún lado en cuanto pueda. También me enamoró el cuadro al carbón sobre papel del pintor jerezano Juan Angel de la Calle, uno de las obras de la exposición colectiva que la galerista Milagros Delicado había comisionado en el restaurante cuando hicimos estas fotos.
Un gran portón abovedado con cerramientos de cristal da paso a un patio interior elegantemente decorado. En una de las paredes se ha colocado una placa de mármol en la que está grabado el origen de la casa. Un espacio muy adecuado, especialmente en las cálidas noches de verano, para degustar a la fresca la gastronomía de La Gansa.
El Restaurante cuenta con un reservado cuya estrecha ventana da a un jardín interior poblado de arbustos tropicales. El pavimento en este caso es una losa hidráulica blanca. Las paredes, como en todo el restaurante, están pintadas de un gris verdoso ligero y a la vez profundo y sobre las mesas, las lámparas de suspensión Beat de Tom Dixon, esa serie maravillosa realizada en cobre y cuyas formas se inspiran en las ollas para cocinar y vasijas para el agua tradicionales de la India.
Ya sabes, si estas vacaciones vas por el Sur y quieres inspirarte en el cuidado interiorismo de La Gansa y disfrutar de algunas de sus especialidades, mi consejo es que te lances directamente a sus arroces. El arroz con bogavante es una verdadera delicia. La Gansa está en la calle Puerto Escondido número 5. Teléfono: 956 543 536. Fotos: Decoratrix.