Mesa de verano en tonos pastel
¡Qué imagen tan apetecible! ¿No crees? Me veo ahí sentadita relajada al fresquito disfrutando de un rico desayuno, una comida en familia o una cena con los amigos. El escenario, un rinconcito ideal a la sombra en plena naturaleza, es el principal responsable de que la inmensa mayoría deseemos estar allí, pero la decoración de la mesa y los pequeños detalles también tienen mucho que ver.
En un jardín, rodeado de plantas y árboles, es fácil lograr un ambiente acogedor y apetecible, casi no tiene mérito. Pero olvídate del entorno e imagina este comedor en un interior; te aseguro que la sensación de alegría, frescura y vitalidad sería la misma. Seguiría siendo un ambiente romántico y actual, con un delicado y encantador aire campestre. Y todo gracias a la combinación de tonalidades rosas y verdes.
El verde siempre ha sido un color asociado a la naturaleza que aporta tranquilidad, mientras que el rosa, también muy cálido y motivador, simboliza ternura y delicadeza. Son colores complementarios, aunque opuestos en el círculo cromático, que, al combinarlos, crean contrastes armónicos y equilibrados. Una mezcla con la que se consiguen decoraciones frescas y alegres.
Rosas, verdes y blanco, cómo no. Para evitar que la decoración de la mesa quede muy recargada, es necesario utilizar el blanco para matizar y restar saturación: la mantelería, algunas flores y escogidas piezas del menaje en dicho color serán el complemento ideal para una mesa de verano, delicada y románticamente campestre. Fotos: Leva & Bo.