El barco en el árbol del pirata Nicolás
Lo que hoy se ve como una hermosa y completa casa-barco en el árbol comenzó cuando Nicolás, ahora de casi 12 años, tenía 4 o 5. El proyecto inicial de su padre, acostumbrado a elaborar y trabajar en sets de cine y televisión, era hacer la típica casita en el árbol apoyada en una araucaria vieja que existía, pero descubrió que estaba podrida y lo único que quedó de ella fue el tronco que sirvió como uno de los cuatro pilotes que dan sostén a la estructura. El árbol que se ve detrás de la casita se sembró en aquel momento y en abril da extraordinarias flores amarillas. Inicialmente, la casa no tenía nada de barco ni de piratas, pero conforme se fue desarrollando la pasión-obsesión de Nicolás por todo lo pirata, la casita fue transformándose en "barco del árbol" al añadírsele la proa metálica, los mástiles y las velas, así como la bandera pirata en lo alto del mástil. La fuente también fue construida posteriormente.
En un primer momento la casita era un simple piso de madera con barandas y techo. No fue sino hasta la última etapa que se le hicieron paredes, ventanas y se le modificó la ubicación de la escalera. En esta fase se pensó en escoger todo tipo de elementos que recordaran lo marino, como las cuerdas bajo el pasamanos. Prácticamente toda la madera y ventanas fueron recicladas de remodelaciones en la vivienda principal, como la puerta corredera, antigua entrada de la casa. El pilote que sostiene el rellano de la escalera es el tronco de un pino que se colocó empotrado en un gigantesco hueco relleno de cemento en una maniobra bastante titánica.
La estancia principal del barco en el árbol está forrada completamente en pino que se aprovechó de unas talas. Por la escalerilla de hierro que se ve al fondo se tiene acceso a un altillo, deslizando una tapa hacia atrás. Aunque su propósito inicial era servir de bodega, Nicolás se empeñó en convertirlo en dormitorio, así que se le puso un colchoncillo y unos almohadones y actualmente este espacio es perfecto para echarse a leer o simplemente escapar de sus padres cuando ya no los ¡soporta! Las láminas con imágenes de piratas formaban parte de un calendario viejo y la polea que se ve en primer plano la encontró el padre tirada en las Islas del Rosario en el Caribe colombiano.
Junto a la fiebre pirata, Nicolás desarrolló gran pasión por las armas, especialmente espadas y rifles. Su padre, también acostumbrado a elaborar utilería para todo tipo de filmaciones, le elaboró de materiales simples de ferretería el rifle que cuelga en el poste de la araucaria original y la pistolita en la parte inferior del retablo. Las otras son pistolitas de colección aportadas por la abuela. Se decidió incluir un lavamanos operativo para fomentar la higiene (bucal sobre todo) y pensando en que eventualmente la casita podría convertise en un estudio de pintura donde el agua a mano sería útil.
Hacia el frente de la casa está una puerta doble que se abre hacia adentro para dar paso a la proa-terraza. La mesa y la silla eran muebles viejos que se enmohecían en algún rincón del patio, pero al ser de excelentes maderas resistieron las horas de lija y las capas de barniz para convertirse en piezas útiles, hermosas y fuertes. El estante del fondo, que sirve para almacenar libros de piratería y temas navales, fue construido de una extraordinaria pieza de guayacán que se encontró caído en una finca. Las ventanas que se colocaron pertenecían originalmente a la casa principal y se reciclaron aquí. Dado que su tamaño no calzaba con los buques, se decidió rellenar el espacio faltante con vidrio de vitral, realizados por la madre-pirata. Las espadas, originales, fueron adquiridas por pedazos en mercados de pulgas en Bogotá y reconstruidas por el padre. La lamparilla sobre el escritorio es una vieja lámpara de queroseno oxidada. Al fondo a la izquierda el boquete del tobogán para las salidas de emergencia.
He aquí a los protagonistas de esta singular historia de piratas recicladores de cuanta madera y artilugio de mar se encontraban... Durante ocho años, el barco del árbol ha servido a esta familia de refugio, de escondite y de excusa para poder hacer una casa paralela a la suya, la de las fantasías infantiles. Pero Nicolás va creciendo y es probable que el barco navegue sobre las aguas turbulentas de la adolescencia. Tendrá otros usos, y sin duda, será la guarida de Nicolás y su panda de piratas... ¿O quizás ofrecerá asilo a sus desesperados padres mientras los piratas invaden la isla? Fotos: Decoratrix.