Grand Hotel Convento di Amalfi
Este domingo viajamos a la hermosísima costa italiana de Amalfi, declarada Patrimonio de la Humanidad, por la espectacularidad de sus construcciones que cuelgan sobre un escarpado acantilado con vistas al Mar Tirreno. Ahí se encuentra el Grand Hotel Convento di Amalfi, recientemente restaurado, aunque su fama viene de lejos, ya que ha sido, desde el siglo XII, convento, abadía, escuela náutica, universidad y hotel de referencia del Grand Tour del XIX.
Ubicado a 80 metros sobre el nivel del mar, este antiguo convento cuenta con una espectacular terraza con restaurante, desde donde se goza de unas vistas panorámicas privilegiadas sobre la costa amalfitana y de los mejores manjares de la zona de la Campania.
Por si te da pereza bajar a la cala semi privada que se encuentra bajo el hotel, te puedes quedar en su magnífica piscina, enclavada en un entrante de la roca. Además, el hotel cuenta con un centro de wellness con área de masajes, cabinas de tratamiento corporal y facial, baño turco y hamman. ¿Quién quiere bajar a la cala?
Aún se conservan casi intactas algunas zonas del antiguo convento, como el claustro árabe-normando del siglo XIII, el Loggia y la Passeggiata dei Monaci, un magnífico sendero a lo largo de la costa. Durante años funcionó como basílica y abadía cirtenciense, fue sede de la Universidad de Amalfi y del Instituto Náutico. A finales del XIX, se comenzó a utilizar como hotel, y ha sido profusamente fotografiado, pintado y filmado, gracias a su espectacular ubicación y a su innegable valor histórico.
Recientemente, ha sido restaurado por la cadena de hoteles NH para convertirlo en un hotel de lujo de 5 estrellas. De hecho, ha sido seleccionado como el Mejor Hotel del Mundo fuera de la Ciudad.
En su renovación interior, podemos ponernos una medallita patria. ¿Reconocéis los muebles de este tresillo? Son de la colección Showtime de Jaime Hayón para BD Barcelona Design.
Todo el interiorismo gira alrededor del predominio del color blanco, matizado por textiles en tono arena y suelos de barro. Linos puros, algodones naturales, visillos vaporosos y un mobiliario moderno muy de diseño italiano, con formidables camas, son las señas de identidad de una decoración amable, pero sobria y discreta, casi conventual.
Las 53 habitaciones del hotel tienen vistas al mar, a través de unos coquetos balcones, y en todas ellas podemos encontrar algún elemento arquitectónico que nos recuerda que aquello fue un convento, como los vanos ojivales, los anchos muros o los techos abovedados.