Un salón abierto al recibidor
Si como dicen el recibidor es la tarjeta de presentación de nuestras casas, ¿qué impresión causa entrar directamente al salón, a un ambiente decorado en colores intensos? Sin duda, que se trata de una vivienda luminosa y actual, en la cual se ha buscado potenciar los espacios amplios y desahogados, al menos en las zonas comunes.
Una reforma integral es la ocasión perfecta (y casi única) para prescindir del recibidor; reorganizar los metros disponibles para que el acceso a la vivienda se realice directamente al espacio que comparten comedor y zona de estar. Después, una vez terminadas las obras, será imprescindible jugar con la decoración para independizar y al mismo tiempo integrar estos los tres ambiente. Pavimentos y revestimientos son un recurso sencillo y eficaz, tanto para comunicar como para delimitar visualmente los ambiente: un suelo uniforme aportará sensación de continuidad, mientras que una pared de un color diferente al de las demás ayudará a delimitar, por ejemplo, la zona de estar del resto del salón.
¿Y si existe un pilar que no se puede derribar? Sácale partido. En este caso, para disimularlo se realizó realizando un murete a media altura que, además de independizar parcialmente el salón, es una práctica librería de obra, con espacio para el televisor y demás equipos audiovisuales, en la zona de estar. Buena idea: para no estropear la escayola los estantes se cubrieron con piezas de cristal a medida.
En la zona de estar, se jugó con dos colores para crear un ambiente impactante. El rojo, un color atrevido e intenso, acapara todo el protagonismo de la decoración. Pero para pintar una habitación en este color hay que valorar dos ccondiciones: la primera, que la estancia sea muy luminosa; este salón cuenta con numerosos ventanales. La segunda, matizar su intensidad con muebles blancos que, por cierto, crearán un contraste único y especial. Sofás, de Ikea; mesa de centro, de Domus; alfombra, de La Oca, y lámparas, de Kifil.
Y en frente, justo a continuación del recibidor, el comedor, donde predomina el color blanco, tanto en los muebles como en las paredes, en claro contraste con el rojo de los complementos y, cómo no, de las paredes de la zona de estar. La mesa es de Domus; sillas y alfombra, de La Oca; cuadro de Kifil. Fotografías: Decoratrix.