Una casa integrada en el paisaje
No hay duda de que los propietarios de "La Calma", que así se llama esta casa, tienen la suerte y el privilegio de contar con un refugio ideal para escapar del bullicio de la ciudad y de la ajetreada vida diaria. Situada en una pequeña población muy cercana a Barcelona, esta edificación es obra del estudio de arquitectura de Ramón Esteve.
La parcela se ubica en una zona boscosa con una pendiente muy pronunciada donde predominan pinos, encinas y olivos. La baja densidad de esta zona residencial y la existencia de un parque natural frente a la parcela fomentaron una construcción que queda totalmente integrada en el entorno.
Como consecuencia, el arquitecto diseñó una envolvente másica y pesada que actúa como cáscara protectora de la vivienda y se cierra a la calle de acceso y a las viviendas colindantes y se abre y se proyecta hacia la pendiente y el bosque.
Gracias a los materiales utilizados, se consiguió la máxima integración de la vivienda en el paisaje. Así, para la fachada se combinó hormigón en tono blanco con piedra típica del lugar, acero cortén y maderas que recuerdan a los troncos de los árboles.
La casa cuenta, además, con un maravilloso jardín en el cual se crearon zonas de sombra a través de unas estructuras de acero y madera en el mismo acabado que las empleadas en la fachada.
La vegetación envuelve la vivienda de una manera orgánica y poco ordenada, de manera que parece que el bosque se apropia de la parcela.
Debido a la pendiente tan pronunciada y a los condicionantes de la normativa, el estudio de arquitectura decidió compactar la vivienda para liberar el máximo espacio de la parcela y cedérselo al jardín.
El volumen se quiebra para adaptarse mejor a la pendiente. Con el mismo objetivo se diseñaron diferentes terrazas en las que, posteriormente, se ubicaron la piscina, la barbacoa, una zona de juegos y diferentes jardines.
En el interior, la madera sigue siendo el material estrellas, pero esta vez se apostó por una variedad más clara que aporta luminosidad y calidez a la vivienda. Grandes superficies acristaladas permiten, no sólo disfrutar de unas estupendas vistas, sino también integrar el paisaje en las diferentes estancias de la vivienda. El exterior se concibe como una prolongación del interior.
La casa La Calma se desarrolla en dos plantas. En la baja se ubican las estancias de día y se organizan de manera fluida, conectadas visualmente pero con posibilidad de independizarse. En la planta primera se ubican los dormitorios y el soleamiento y las vistas quedan controladas mediante unas correderas de lamas. Para conocer más trabajos del estudio de arquitectura de Ramón Esteve, pincha aquí.