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Casa de campo a las afueras de Sevilla

Publicado en Casas - Casas de campo y cabañas por Cova Pendones

Este chalet de los años 70, rodeado de un hermoso jardín, se convirtió en una coqueta casa de campo, en la que se conjugan elementos propios de la arquitectura andaluza con toques étnicos, que le aportan una gracia singular. El relevo generacional de los propietarios, junto con la mano experta del estudio U+G Arquitectura, fueron los artífices de esta vivienda, de 150 m2, ubicada en Santa Clara, Sevilla.

La vida en el porche

Como es habitual en la arquitectura andaluza, las viviendas están pensadas para hacer vida en el exterior. Y para ello contaban ya de mano con un magnífico porche que ocupa todo el frente de la vivienda. Las paredes se encalaron con mortero de cal blanca, y las vigas, las rejas y los marcos exteriores de las ventanas y puerta se pintaron en azul claro, para crear un llamativo contraste. La cal blanca permite reflejar la radiación solar, de forma que los muros absorben menos calor y mantiene el interior más fresco.

La zona de estar del porche

Junto a la puerta de entrada se colocó el clásico tresillo de hierro pintado de blanco, aunque se dejó en el mismo estado, algo desvencijado, para conseguir un toque "shabby". En la pared destaca una ventana de madera marroquí, que se convirtió en espejo. Las tapicerías están realizadas con distintos kílims, y en el suelo de barro se colocó una alfombra de PVC con dibujos geométricos que recuerdan a los estampados de las tribus americanas.

El comedor exterior

Como no podía ser de otra manera, en el rincón más resguardado del porche se instaló el comedor exterior, con asientos de mimbre, al igual que la lámpara. Las plantas (helechos, geranios, aspidistras, etc.) también tienen una importante tarea decorativa. El techo del porche se revistió con malla de cañizo que aporta calidez a todo el conjunto.

Un jardín con barbacoa

No podía faltar una zona preparada para fiestas y cenas de verano, con una barbacoa de obra adosada al muro y delimitada por baldosines de barro. Junto a ésta se realizó una bancada, que se acondicionó con cojines y que amplía la zona de estar. 

La entrada

Ya en el interior, el primer espacio es un amplio recibidor que acoge una mesa de madera y una silla plegable con asiento y respaldo de cuero. En el suelo, un kílim donde predomina el rosa crea un espacio fresco y agradable.

El salón

Para la zona de estar se eligió un estilo moderno, con piezas de diseño, como la tumbona de Le Corbusier. Un sofá gris en L define la zona de estar delante de una amplia librería de DM que cubre la pared, y una mesa cuadrada tapizada en un tejido a rayas. La estancia está cubierta con una cálida alfombra de sisal, que tapa parcialmente el suelo de baldosa blanca con cenefa color tierra. 

El comedor

Para este espacio también se optó por la mezcla de diferentes estilos de mobiliario. Las sillas de Eames se combinan con una pequeña cómoda china, la mesa de madera y patas de acero con ruedas y un mueble de obra que recorre todo el perímetro de la habitación, pintado en blanco. 

El dormitorio

El color blanco domina todos los elementos de la habitación: paredes, ropa de cama, cómodas de Ikea..., que solo se rompe con la balda de madera que recorre la parte alta del cabecero y sirve también de estantería. Un ejercicio de simplicidad, que forma parte del ADN de esta vivienda con encanto, en la que priman las piezas artesanas, los muebles recuperados y los objetos exóticos comprados en diferentes partes del mundo. En definitiva, un auténtico global style con acento andaluz. Fotos: www.fotowork.es