Una casa en cuatro alturas. ¡Enterita!
Esta vivienda adosada, con vistas al mar y ubicada en la localidad cántabra de Comillas, tiene una curiosa distribución a base de entreplantas que dividen cada zona: salón, cocina-comedor, dormitorios y sala de estar. Una escalera de lámina de hierro en bruto, colocada in situ, vertebra toda la distribución. Empecemos por el salón.
Se accede a él desde la planta baja, a través de las escaleras de hierro, que no tienen contrahuella, lo que les da un aspecto visualmente más ligero. Toda la pared divisoria de la vivienda es de hormigón, que se ha dejado a la vista y sin revoco alguno. El suelo es de listones de madera de pino en tono natural.
Las vigas de madera del techo enmarcan y dan calidez a todo el ambiente, que está lleno de contrastes, desde los materiales (la madera, el hormigón y el hierro), pasando por los muebles (modernos, antiguos o recuperados) y los colores (gris, verde, naranja…). Todo convive en un escenario luminoso que acoge los elementos de manera armoniosa y sin estridencias.
La mesa de centro es un antiguo portón de madera restaurado, al que se le han puesto cuatro ruedas. Dos sofás originales de Mies van der Rohe miran de frente a un gran sofá moderno en verde lima. Pero el verdadero protagonista del espacio es el gran ventanal con impresionantes vistas al mar Cantábrico.
Del salón se accede a la cocina y al comedor por medio de cinco peldaños. El muro divisorio, pintado en naranja, también es un elemento visual muy potente que ayuda a distribuir y separar cada ambiente, ya que, en realidad, se encuentran todos unidos. En esta imagen se puede comprobar cómo los peldaños volados de la escalera, sin contrahuella, ayudan a dar continuidad a los espacios. En la esquina, un rincón de lectura enmarcado por una alfombra de Patricia Urquiola, una butaca de Vitra y la lámpara de pie Tolomeo, junto a un aparador de madera antiguo.
Los muebles de cocina están hechos a medida en material fenólico, una resina termosplástica de nueva generación, muy resistente a las altas temperaturas y a la humedad. La encimera es de Silestone.
El comedor, sencillo pero impactante, está amueblado con una mesa redonda y las sillas originales Hormiga de Arne Jacobsen. En la pared destaca el panel decorativo Clouds, de Kvadrat, una creación de los hermanos Bouroullec, del que ya habíamos informado en un post de Decoratrix (pincha aquí para saber más).
Un detalle constructivo de la cocina es el frente acristalado que da al salón, para poder tener vistas al mar. Los armarios son de apertura “touch in”, por lo que no tienen tiradores ni ningún adorno que sobresalga. En la encimera no se colocó ningún elemento decorativo o electrodoméstico para dejar la superficie completamente lisa y limpia.
El frente de la zona de cocción es de cristal retroiluminado, que combina con la campana transparente y con el tubo de extracción a la vista. En esta imagen se puede ver cómo el radiador se adosó a la isla de trabajo y se enmarcó con la encimera que sobresale.
Desde el comedor se accede al piso superior, donde se encuentra el dormitorio. En el rellano, antes de entrar a la habitación, se organizó un pequeño rincón de trabajo, con un escritorio y una butaca de Mies van der Rohe.
El dormitorio principal disfruta de unas espectaculares vistas. La cama se colocó estratégicamente frente al mar, pero el ventanal ocupa también toda la pared lateral. Un sofisticado sistema de persianas tamiza la intensa luz en la mañana.
El mobiliario, al igual que en el salón, son piezas de diseño contemporáneo adquirido en diferentes almonedas. Junto al baúl antiguo, la silla Wassily de Marcel Breuer y, a su lado, la silla Diamond de Harry Bertoia, diseñada en 1950.
El mismo muro separador entre la cocina y el salón, pintado de naranja, se repite aquí en apariencia transformado en un armario con puertas de cristal blanco, que separa la zona de descanso del cuarto de baño. Pero en realidad, esconde la ducha. El ancho muro no llega hasta el techo, para que la luz de los ventanales penetre hasta el fondo.
El cuarto de baño está dividido en tres zonas: el lavabo, la ducha y los sanitarios. Tanto suelo como paredes se revistieron de gresite color blanco perla que multiplica la luz.
Vista de la zona del lavabo, con un mueble en color wengué, lavabo semiencastrado y espejo vertical iluminado en los laterales. Un murete de medio cuerpo separa el lavabo del bidé y el inodoro.
Vista de la ducha desde el interior, con el cristal blanco que, desde el dormitorio, parece la puerta de un armario. Una excelente solución para llevar la luz desde la habitación al cuarto de baño, que no cuenta con ventanas. Al fondo, el rellano de la escalera, que también tiene acceso al baño, con una lámpara de pie que, en origen, fue un secador de peluquería.
Y para terminar el recorrido por esta magnífica casa de Comillas, una sala de estar que se convierte sin dramatismos en cuarto de invitados cuando la ocasión lo requiere. El sofá rojo, de Habitat, es en realidad un sofá-cama.
Esta estancia da a la terraza, también con vistas al mar. Al ser una zona muy social, se colocó una mesa de juegos redonda con las sillas Tulip de Eero Saarinen en negro, no muy frecuentes, pues casi siempre se encuentran en blanco. A su lado, un par de hamacas de diseño tradicional completan esta zona.
En esta imagen se aprecia el acceso desde la escalera y la puerta de entrada, y cierra el círculo del recorrido por esta original casa, que hemos ido conociendo por partes, pero que es un continuum de espacios separados en alturas
En la entrada, bajo la escalera, se colocó un mueble-radio antiguo, junto a una lámpara secador de pelo, de los que hay varios en esta original vivienda, diseñada por el arquitecto Miguel Allona. Pero además del excelente diseño de su estructura, felicitamos a sus propietarios por su original decoración, con una clara vocación moderna, un toque antiguo y una chispa de humor, todo en su dosis justa. Fotos realizadas por Decoratrix.