Apartamento de playa, en tan solo 40 m2
¿Cómo meter en un piso de 40 m² dos habitaciones, una cocina con comedor, zona de estar y dos baños? El estudio de arquitectura UdA lo consiguió en este pequeño apartamento de un edificio de los años 60, en la ciudad costera francesa de Juan les Pins. Arquitectura racional, toques de diseño sesentero y módulos con elementos correderos fueron las claves del interiorismo racional de este proyecto de interiorismo.
La familia deseaba modernizar su vivienda de vacaciones, para que las habitaciones tuvieran vistas al mar pero, a la vez, se pudieran independizar. La mezcla de colores y materiales ayudó a delimitar y potenciar los elementos divisorios. El suelo de madera de teca color ceniza dio uniformidad a todo el apartamento. El salón se decoró con un papel pintado sobre el que se colgaron fotografías del artista italiano Domenico Gnoli en los años 60 y muebles también de la época.
Los colores marcan también las diferentes funciones de cada zona: azul y arena para los módulos de las habitaciones, rojo en la mesa de comedor y madera color cerezo para los muebles de la cocina. A pesar de la variedad de materiales, la combinación de todos ellos ha resultado acertadísima.
Pero sin duda son las estructuras metálicas paneladas que se diseñaron para albergar los dormitorios lo que diferencia cualitativamente este proyecto. Inspiradas en las cabinas de playa, los módulos se pueden adaptar a las necesidades de cada habitante por un coste muy económico. El perfil de laca blanca integra rieles superiores que permiten que las puertas se deslicen. El diseño está pensado al milímetro, e incluye armarios por la parte interior y exterior de cada módulo.
En el dormitorio infantil se instalaron unas literas de 90 cm de ancho. Para aportar ligereza, la estructura metálica no se llevó hasta el techo, pero se colocaron unas telas de algodón blanco para dar intimidad a todo el cubículo.
El dormitorio de los padres cuenta con una pequeña librería y armarios. Además, tiene otro acceso directo desde la entrada del piso, que permite acceder al módulo sin necesidad de rodearlo para entrar desde la cocina. En el suelo, destaca la lámpara de cartón Trash Me, de Victor Vetterlein.
Vista de la zona de la cocina desde el dormitorio de los padres. Desde aquí también se puede ver el mar.
Dos imágenes que ilustran la gran versatilidad del espacio, que permite, en muy pocos metros, que la familia comparta toda la casa pero también, si se desea, tener un espacio íntimo y recogido.
Al ser una casa tan pequeña, tanto los materiales como la decoración inciden en lo funcional y práctico que ha de ser un piso de playa: fácil de limpiar, sin adornos superfluos y muebles ligeros que se puedan mover.
Un banco con un respaldo alto, diseñado expresamente para este espacio (como todos los muebles de la vivienda) sirve de separación entre la cocina y la zona de comer. La mesa lleva ruedas para poder desplazarla a la terraza cuando se quiera.
Además, hay una magnífica terraza, no muy grande pero lo suficiente como para tener una zona de estar extra al aire libre. Las grandes puertas y ventanales acristalados permiten introducir el azul de mar y fundirse en la decoración como si fuese un lienzo.
El baño infantil, mínimo pero funcional, con pequeños sanitarios que aprovechan aún más el espacio. Las puertas correderas son de cristal traslúcido.
Para quienes tengáis pisos de playa y necesiten urgentemente otro planteamiento en su distribución y decoración, aquí os dejamos el plano de Fun House, como han bautizado a esta ingeniosa vivienda del estudio de arquitectura UdA. ¡Estarán contentos los dueños! Fotos: Carola Ripamonti.