Comida improvisada

Qué apuro pasé el domingo cuando mi nuevo vecino llamó a la puerta para invitarme a comer a su casa. Necesitaba asesoramiento sobre la decoración de su salón, y sabiendo que yo me dedicaba a ello, no perdió ocasión. Toda mi vergüenza se esfumó cuando vi la mesa.

Otra persona se hubiera ruborizado pero yo... ¡no daba crédito! De hecho volví a casa a por la cámara. En el transcurso de la comida fue confesando: "No soy persona de celebraciones y no tengo cosas monas para la mesa. Como ibas a venir, tampoco quería ponerte un plato llano sin más, así que se me ocurrió poner estas dos bandejas de horno (que jamás he usado, claro) como bajoplatos.

Ya me he dado cuenta de que a las chicas os encantan los bajoplatos. Desempaqueté unas copas que en su momento me regalaron en el banco y bajé al parque a buscar algo de verde y unas florecillas. El portero me dijo que eran freesias. Como no uso servilletas de tela, éstas son de papel cocina. Pero lo mejor (no te rías) es que el camino de mesa es una funda de almohada. Eso sí, limpia y planchada. He descubierto que tengo una vena de estilista". ¡Y tanto!, pensé. Hoy he vuelto a quedar con él. Fotografía: Decoratrix.