Decorar en blanco: una apuesta segura
¿Por qué es una apuesta segura? El blanco, color luminoso por excelencia, no sólo es capaz de multiplicar la luz natural sino que, además, hace que los ambientes parezcan más grandes. Pero ahí no queda todo: es el más vesátil del círculo cromático, pues combina con todos los colores y va bien con cualquier estilo arquitectónico o entorno decorativo. Ofrece un sinfín de posibilidades y, según los colores que lo acompañen, crea ambientes muy diferentes. Una habitación pintada en blanco es un gran lienzo que decorar con muebles, telas, cojines y demás complementos. Mira este salón: con pinceladas azules y malvas proporciona atmósferas serenas y transmite un aire fresco a toda la estancia. Fotografía: Mark Williams, vía Vart Nya Hem.
Elegante, sencillo y luminoso, el color blanco tiene un pequeño inconveniente: puede resultar frío, sin pasión, soso e incluso, dar a la estancia un aspecto aséptico de habitación de hospital. Pero, ojalá todos los problemas decorativos fueran tan fáciles de solucionar como éste: basta con añadir pinceladas y detalles en madera o fibra vegetal. Blanco sobre blanco puede llegar a agobiar. Por eso, cuando se opta por un fondo blanco es conveniente mezclarlo con otras tonalidades, como blanco roto. Fotografía: Petra Bindel, vía 79 Ideas.
El blanco, al ser fácil de combinar, puede usarse tanto con ligeros detalles de color como con muebles, complementos y telas de distintas texturas y estampados. Con tonos frescos y luminosos, como el azul o verde, además de incrementar su intensidad y luminosidad, se logran ambientes frescos y juveniles. Si quieres combinarlo con colores más cálidos y fuertes, ten en cuenta que, si bien el blanco los matiza, es preferible utilizarlos en pequeñas dosis y sobre determinados rincones. En cualquier caso, el blanco es el color ideal para texturas y materiales. Fotografía: Mark Williams, via Vart Nya Hem.
