Cómo crear una decoración moderna con muebles clásicos
Estamos en el barrio de Williamsburg, una zona muy concurrida de Brooklyn, en casa del fotógrafo estadounidense de origen cubano Anthony Goicolea y su pareja, Paul Kelterborn, gerente en la Municipal Art Society of New York. El nuevo Soho para algunos, Williamsburg es el barrio de Nueva York donde se concentra la nueva movida del arte y la vida bohemia. Con un ambiente artístico alternativo y una arquitectura que combina lo industrial con lo moderno, la pareja encontró aquí el vecindario perfecto para fijar su residencia. Para su decoración, apostaron por un estilo moderno.
El estudio de Kendrick Thurston se encargó de la construcción de esta espectacular vivienda distribuida en varios niveles. En la planta baja se ubicaron una zona de estar y la cocina, donde una escaleras de un sólo tramo conducen a un salón con zona de trabajo; desde aquí se llega a la planta más alta, que se destinó a los dormitorios con sus baños.
En la cocina, los muebles lacados en blanco, de Ikea, se concentraron en un único frente para dejar en el centro de la estancia un espacio libre donde ubicar una desahogada zona de comedor con una mesa de madera en acabado natural y un par de bancos. Bajo la ventana, una cama de día. La altura de los techos y los enormes ventanales con cuarterones de madera hacen de este ambiente un lugar de lo más apetecible: luminoso, acogedor, funcional y cómodo.
Una idea para inspirarse a la hora de decorar la pared de la escalera: una composición equilibrada formada por fotografías, dibujos y pinturas de diferentes formatos y dimensiones enmarcadas con molduras de distintos materiales y acabados.
Para hacer frente a los gastos de reforma, Anthony y Paul decidieron alquilar una de las habitaciones a un amigo de la pareja, quien utiliza este espacio como su lugar de trabajo.
El dormitorio se pintó en gris oscuro, un tono más atrevido que las tonalidades más suaves del mismo color y menos rotundo que el negro. Sofisticado y moderno, es un color fácil de combinar y, aunque a priori pueda parecer triste, nada más lejos de la realidad si está bien coordinado. En este caso, se combinó con maderas claras y textiles en gris, blanco y rojo, que compensan su seriedad y aportan vida y alegría. En la pared del cabecero, una obra de Wayne White.
La puerta corredera del cuarto de baño hace las veces de pizarra. ¡Qué buena idea!
En el cuarto de baño principal se crearon tres zonas independientes: la ducha, en la imagen, lavabos e inodoro. Con una depurada imagen de líneas rectas, se logró un ambiente limpio y sin artificios donde el color estrella es el blanco. Es un aliado perfecto para ganar amplitud y luminosidad. Además, transmite sensación de limpieza. Fotografías: Emily Andrews a través de The New York Times.
