Cabaña de estilo escandinavo decorada en tonos blancos y azules
En plena ola de frío no está mal "escaparnos" a una casita de estilo escandinavo y, ya puestas, desconectar, aunque sólo sea mentalmente y por unos minutos, de la rutina, el tráfico y el ajetreo de las grandes ciudades. Y es que, si hay algo que transmite esta cabaña es precisamente eso, paz y tranquilidad. Su decoración, en blanco y azul, nos transporta a un paraíso de eternas vacaciones, de mañanas luminosas y tardes de brisa y siesta.
Como vemos en la zona de estar del salón, se eligió el blanco como base y después de añadieron pinceladas azules y grises en los complementos. Los detalles en madera aportan una necesaria nota de calidez.
En la decoración de esta cabaña, de unos 45 m², se cuidó mucho no saturar el ambiente con muebles innecesarios y, además, se buscaron diseños que ocuparan poco espacio, tanto por sus dimensiones como por sus acabados. Así, la madera pintada en blanco y los muebles transparentes, ya sean de cristal o de policarbonato (como las sillas del comedor), son visualmente más ligeros que otros acabados. Resultan una opción perfecta cuando se busca lograr ambientes poco recargados.
La cocina es un pasillo, pero no por eso resulta agobiante o incómoda. Su distribución está estudiada al milímetro para optimizar los metros disponibles y hacer de este espacio un lugar funcional y cómodo a la hora de trabajar. El reto no era fácil, pues está ubicada en plena zona de paso, entre el comedor y el dormitorio. Además, al estar decorada en los mismos colores y acabados que el resto de los muebles se aportó sensación de continuidad y se ganó amplitud visual.
El dormitorio, chiquitito pero muy bien organizado. Decorado en blanco y azul, no quedó más remedio que prescindir de mesillas y como luces puntuales, dos bombillas colgando de casquillos. Eso sí, se colocó una cómoda para mantener el orden (conseguir zonas de almacén en el dormitorio es básico) y unas perchitas en la pared, decorativas y prácticas.
Y como no hay casa de campo que se precie sin su jardín, ésta no iba a ser menos. Si el interior no cuenta con muchos metros, las dimensiones de la zona ajardinada permitieron crear dos ambientes perfectamente diferenciados: una cocina con comedor en el porche, con una mesa acompañada de cuatro sillas, y una zona de estar en el centro, sombreada en parte gracias a una pérgola con plantas. Para ese ambiente se escogieron dos bancos de madera pintada en gris en L y un par de sillas Butterfly. Vía: Klikk.