Un espacio para skater y grafiteros en Mérida
Carlos Javier Rodríguez Jiménez, consejero de los Jóvenes y del Deporte de la Junta de Extremadura, era profesor de educación física en el instituto Pedro de Valdivia de Villanueva de la Serena (Badajoz). Había hecho estudios sobre la humanización de los espacios urbanos y creía que los deportes y las actividades no competitivas como el hip-hop o el skate podían ayudar a entender y educar a los jóvenes. Con cuatro compañeros, Rodríguez presentó en 2006 un proyecto pionero: Factoría Joven. Se trataba de que los mismos jóvenes diseñaran los espacios para su ocio que estaban dispuestos a mantener.
La Factoría Joven de Mérida, la segunda de Extremadura en abrir sus puertas después de la de Plasencia (la de Cáceres sólo lo ha hecho parcialmente) es obra de los arquitectos José Selgas y Lucía Cano, quienes apostaron por la Factoría Joven como un reclamo para la celebración de actividades relacionadas con un ocio más alternativo, ligado a las nuevas expresiones urbanas y deportivas. En estas instalaciones, de unos 2.ooo metros cuadrados, también es posible poner en práctica cualquier tipo de proyecto, realizar talleres, demostraciones, conciertos al aire libre, ensayos, etc. El edificio, realizado en policarbonato e inaugurado la pasada primavera, es como un porche colorista abierto a la ciudad.
Ubicado en barrio de la Corchera y elevado un metro y medio para no tener que tocar el sensible sustrato histórico de la ciudad, el colorista, extravagante, ligero y resistente edificio se compone de un rocódromo de 13 metros de altura, que preside la entrada principal de la Factoría Joven; a la derecha, por encima de un pequeño auditorio que permitirá seguir competiciones de escalada, parte un muro de 50 metros de largo y 2 de alto en el que los amantes del graffiti podrán plasmar sus creaciones. Desde este punto se puede acceder a la zona de skate y bmx, que ocupa la mayor parte del espacio libre de las instalaciones. El edificio está formado por distintas salas, de formas cilíndricas y distintas alturas, coronadas por una cubierta de un color llamativo y un material original, el policarbonato.
Con un presupuesto mínimo (1,2 millones de euros), José Selgas y Lucia Cano optaron por reciclar material de las oficinas de la Junta de Extremadura y propusieron que fueran los chavales quienes pintaran el edificio con los colores que ya se encontraban en la construcción y cómo les diera la gana.
La Factoría se ha convertido en lugar de encuentro, un punto de quedada en la ciudad de Mérida. Entre 300 y 400 jóvenes la visitaron los primeros días. Hoy son unos 150 diarios, pero ya no son visitantes, son usuarios. Todo el complejo dispone de área wi-fi para facilitar el acceso a Internet sin cables. Un lugar donde los jóvenes den rienda suelta a su creatividad y a sus necesidades. Vía: El País Semanal.