Salón de estilo francés en una casona asturiana

En un pequeño pueblo asturiano, se erige esta magnífica casona de indiano, edificada por un rico hacendado que había regresado de Cuba, por ahí del año 1900. Sus herederos supieron mantenerla a lo largo de un siglo, y aún hoy conserva la belleza colonial que se alterna con la arquitectura asturiana. La casa, de generosas dimensiones, se dividió en tres viviendas que hoy ocupan sus descendientes. Una de ellas, Elena, nos ha abierto las puertas de su casa y ha permitido que fotografiamos sus estancias, de las que hoy solo os mostramos el salón y el cuarto de estar. En sucesivos posts os iremos enseñando esta preciosa vivienda, que ha sido decorada con gusto exquisito y con un mimo fuera de lo común.

Elena tiene alma de decoratrix, pero no por casualidad, ya que es pintora y amante de las antigüedades, y posee amplios conocimientos de las artes decorativas y mobiliario, como muestra la selección de cada una de las piezas elegidas por ella. Aunque ésta es su segunda residencia, Elena no quería tener la típica casa de vacaciones. Deseaba una casa acabada y para toda la vida, de claro estilo francés.

De la zona del comedor nos contó que la magnífica mesa de caoba en su origen era de doce comensales, pero la mandó dividir y restaurar para hacer dos piezas, una para cada casa. Sobre ella, una sopera de fina porcelana adquirida en Varsovia.

Uno de los muebles estrella de esta estancia es este aparador de roble francés antiguo, que alberga una selección de piezas de porcelana, plata y cristal, adquiridas en diversos países europeos y con denominación de origen (Sèvres, Meissen, Limoges...)

Pero si de algo se siente orgullosa Elena son de las sillas del comedor, que ella misma restauró con la técnica del policromado a base de pigmentos naturales. En esta foto, además, se puede observar con mayor precisión la magnífica alfombra de gran tamaño de la Real Fábrica de Tapices, que cubre tanto la zona de comedor como el estar.

Una imagen de la zona de estar, con un sofacito tapizado con una tela de Pepe Peñalver. A ambos lados, dos lámparas con el pie de alabastro. Sobre el sofá, destaca un espejo francés del siglo XVII, adquirido en el Château de Maresme, en la Provenza.

Una esquina especialmente cuidada, con un busto en mármol de mujer con pañuelo, comprado en un anticuario de Girona, y alrededor, fuentes y soperas de porcelana francesa.

Junto al salón, se encuentra esta otra salita, cuyos muebles también encierran una pequeña historia; por ejemplo, al fondo a la izquierda, la mesa de juego proviene de una antigua embarcación. Los muebles son réplicas de piezas de mobiliario antiguo francés, tapizados con toyle de Jouy en tono berenjena y en cuadritos beiges.

El pequeño biombo es una obra de arte realizada por Elena, quien se inspiró en un fragmento del cuadro del pintor holandés Hendrick Avercamp, Paisaje invernal, que se encuentra en el Reijk Museum de Amsterdam.

Pedimos a Elena que posara para nosotros en la galería del salón, rodeada de las piezas que ha ido adquiriendo una a una, con mimo y cuidado. Cada una de ellas es especial, única y de gran valor, no sólo material, sino sentimental, gracias a la gran sensibilidad que pone en cada una de las cosas que hace. Gracias, Elena, por compartir con nosotros tus tesoros.