Momentos gloriosos de Decoratrix

Hoy, en este primer domingo de enero, en pleno invierno, ni siquiera una Decoratrix como yo, leal a la causa, le apetece trabajar o escribir de telas, alicatados, combinaciones posibles o muebles imposibles. No. Quiero fugarme, soñar o recordar aquellos lugares en los que he estado hace apenas unas semanas tomando el sol en una playa del Pacífico. 

La excusa es mostraros los muebles de este bar a orillas de una de las playas más hermosas del mundo (al menos, de mi pequeño mundo). Se llama Lola'sBar y está en Avellanas, Guanacaste, en ese diminuto e inigualable país que es Costa Rica.

Enfocado hacia la puesta del sol, está instalado este chiringuito sin restricción alguna al público, excepto ser respetuoso con el entorno. Y nosotros, como buenos decoratrixes, ávidos de diseños ingeniosos, fotografiamos su magnífico mobiliario rústico y sin ornamentos: mesas y sillas de madera maciza, dispuesta a sufrir las inclemencias de la estación lluviosa de esta zona. Probablemente se trate de cenízaro (Pithecellobium saman), una hermosa madera rubia trufada con vetas oscuras.

El diseño, absolutamente ergonómico, se pensó para estar sentado, copa en mano, mirando el mar. Sólo permite una postura, la del "dolce far niente". Que fue, literalmente, lo que hicimos los decoratrixes en cuestión. Y para hablar de algo, entre cerveza y cerveza, comentábamos con admiración cómo el diseñador anónimo había conseguido dar con el ángulo perfecto para ensamblar ambos tablones sin clavo alguno, insertando uno en el otro.

Levantarse de la silla requería un pensamiento. Únicamente la barra del bar podía animarnos a cambiar de asiento. Al irnos, nos dimos cuenta de que habíamos estado en un sitio privilegiado que, además, estaba perfectamente decorado, es decir, ensamblado en su entorno de forma natural, sin elementos superfluos. Nada sobraba, nada faltaba. Todo encajaba con fina precisión y fluidez: la arena, los almendros, las palmeras, el mar, la brillante luz del atarceder, la Imperial fría y la silla que te atrapaba en ese momento único. 

Hoy, varios siglos después, recordamos ese instante glorioso con la célebre frase: "Decoratrix estuvo aquí".