La Confiserie Orientale en Berlín

Una de las cosas que más me ha impresionado de Berlín son sus terrazas y tiendas (entre muchas otras cosas de esta gran y bella ciudad). Estoy convencida de que los berlineses han nacido con una vena estilista, porque hasta las cosas más simples, los comercios más humildes o las tiendas más alternativas gozan de ese je ne c'est quoi, como dicen los franceses y que suena tan bien... Mirad, por ejemplo, la exquisita Confiserie Orientale, en pleno barrio del Mitte, que me descubrió mi amiga Cristina, berlinesa adoptada de pro, una cicerone de lujo que me introdujo por las calles de Berlín.

En Berlín, las terrazas y mesitas exteriores proliferan por todas partes, para aprovechar los días de buen tiempo. Pronto vendrá el durísimo invierno y las terrazas no subsisten ni tan siquiera con las famosas setas de exterior. Por eso, el mobiliario es plegable, todo de quita y pon.

La Confiserie Orientale es una sucursal en Europa (no franquicia) de la famosa confitería Cemilzade de Estambul, que data de 1883 y que sigue en manos de la tercera y cuarta generación de los sucesores de Cemil Bey, un prestigioso pastelero, además de notable compositor, intérprete de laud y hafiz (lector del Corán). Todo un personaje.

Para decorar la confitería, se quiso huir de la estética kistch oriental y ofrecer su lado más refinado. Pocos muebles, muy bien elegidos y un ambiente elegante, en consonacia con sus exquisitas Lokum (delicias turcas) o sublime mazapán, elaborados con pistacho, almendras, frutas confitadas..., y siguiendo los mismos procedimientos artesanales de hace 150 años.

Además, en este exquisito lugar se pueden degustar sus deliciosos tés, preparados en un samovar, o sus famosos cafés. Para la decoración recurrieron a la reconocida diseñadora Claudia Medrow, que intervino tanto en dl interiorismo, como en el packaging.

El salón de té está presidido por una banca de al menos 4 m de largo con cojines y almohadones de terciopelo verde esmeralda y dorado, y un zócalo realizado en pan de oro, que nos recuerda el esplendor de la cultura otomana sin caer en el tipismo.

Todo el mobiliario es de madera pintada en blanco roto, para dejar el protagonismo absoluto a la bancada. No dejéis de pasaros por la Confiserie Orientale: está en Linienstrassen 113, una de las hermosas calles del Mitte. Podéis perderos dos días por el antiguo y recuperado barrio judío de Berlín, y no habréis terminado de recorrerlo.