Casa de madera con vistas al mar Báltico

"Una casa de madera con vistas al mar". El título promete y no es para menos. En Saxarfjärden, Estocolmo, hemos encontrado esta maravillosa vivienda sueca, de espacios amplios y desahogados y grandes superficies acristaladas que, además de inundar de luz natural los interiores, permiten disfrutar de unos estupendos atardeceres en el Báltico.

Estar, comedor y cocina comparten el mismo espacio, si bien unas escaleras contribuyen a delimitar la zona de estar del resto del salón. Además, detrás del sofá se colocó una librería baja para marcar aún más esa división de espacios. En la decoración, se jugó con tres colores en diferentes tonalidades de azules, blancos y grises para recrear una atmósfera fresca y luminosa, muy propia de las casas costeras.

El salón y el comedor comparten un espacio común, pero están a diferentes niveles y delimitados por un murete a media altura, lo que da continuidad visual y mayor profundidad. Junto al ventanal que se abre al jardín está el estar, y sobre un desnivel de tres peldaños, el comedor, decorado con un mesa redonda extensible y cuatro sillas de madera. Las paredes se pintaron en gris.

Diferentes texturas se combinaron en la cocina: madera y acero en la encimera, laminado blanco en los armarios y azulejos en el frente de trabajo.

En general, en la decoración de la vivienda se logró una estética equilibrada y armónica gracias al uso de la misma gama cromática en todas las habitaciones (grises, blancos y azules). Además, esta solución da continuidad visual a la casa y libertad para incorporar piezas de diferentes materiales.

El cuarto de baño, con ducha y bañera, tiene una ubicación privilegiada dentro de la casa, pues desde sus ventanales se disfruta de unas vistas panorámicas a la bahía y al jardín de césped, pinos y otros árboles.

Esta casa unifamiliar tiene un bajotejado o buhardilla que se habilitó como cuarto de invitados. Techo a dos aguas, paredes de lamas de madera pintada en blanco, textiles en diferentes tonalidades de azul, pinceladas rojas... un dormitorio fresco, luminoso, sereno y acogedor.

Con porche, jardín, una piscina redonda y ¡hasta un muelle privado! Ya os dije que el título prometía. La casita en cuestión es obra del arquitecto Ulf Nelson, quién recurrió a materiales naturales, grandes ventanales y espacios abiertos para aprovechar el maravilloso enclave: una parcela donde contemplar y disfrutar de cielo, mar y naturaleza. Fotografías: Fantastic Frank.